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NUBE DE PALABRAS DE HEGEL
miércoles, 6 de mayo de 2015
Ideas Filosoficas
La cuestión moral del conocimiento del bien estuvo en el
centro de las enseñanzas de Sócrates, con lo que imprimió un giro
fundamental en la historia de la filosofía griega, al prescindir de las
preocupaciones cosmológicas de sus predecesores. Como se ha visto, el
primer paso para alcanzar el conocimiento consistía en la aceptación de
la propia ignorancia, y en el terreno de sus reflexiones éticas, el
conocimiento juega un papel fundamental. Sócrates piensa que el hombre
no puede hacer el bien si no lo conoce, es decir, si no posee el
concepto del mismo y los criterios que permiten discernirlo.
El ser humano aspira a la felicidad, y hacia
ello encamina sus acciones. Sólo una conducta virtuosa, por otra parte,
proporciona la felicidad. Y de entre todas las virtudes, la más
importante es la sabiduría, que incluye a las restantes. El que posee la
sabiduría posee todas las virtudes porque, según Sócrates, nadie obra
mal a sabiendas: si, por ejemplo, alguien engaña al prójimo es porque,
en su ignorancia, no se da cuenta de que el engaño es un mal. El sabio
conoce que la honestidad es un bien, porque los beneficios que le
reporta (confianza, reputación, estima, honorabilidad) son muy
superiores a los que puede reportarle el engaño (riquezas, poder, un
matrimonio conveniente).
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lerores frecuentes de l dislalias
La vida del filosofo
Sócrates
fue hijo de una comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco, emparentado
con Arístides el Justo. Pocas cosas se conocen con certeza de la biografía de
Sócrates, aparte de que participó como soldado de infantería en las batallas de
Samos (440), Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422). Fue amigo de Aritias
y de Alcibíades, al que salvó la vida.
La mayor
parte de cuanto se sabe sobre él procede de tres contemporáneos suyos: el
historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón. El
primero retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea de identificar
el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban
algunos rasgos un tanto vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras en
una comedia, Las nubes (423), donde se le identifica con los demás
sofistas y es caricaturizado como engañoso artista del discurso.
Estos dos
testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos,
en los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en
ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente
sea la más justa.
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